La semana pasada estaba un poco triste y
aburrido. Estaba en el trabajo, mirando las paredes y pensando que no aguantaba
más la vida chipriota con todos estos problemas económicos. Tanto la
inseguridad económica como el problema político me caen fatal y me hacen preguntarme
si fue una decisión correcta volver a Chipre cuando había terminé mis estudios
hace seis años, y vivir en un país que me da miedo cada día más y me depresióna.
Por eso,
decidí pedir a mi jefe que me permitiera pintar las paredes de mi despacho,
antes de morir de aburrimiento y antes de que me encontraran deshecho en la
silla. Me dijo que siempre creía que mi despacho era como una tumba que había
que renovarla. “Te doy permiso a pintar las paredes, pero júrame que no vas a
colgar cuadros de mujeres nudas”. Le respondí que no se preocupara.
Por fin,
el fin de semana pasada compré unos colores de un grande almacén y pinté mi
despacho. Sabes que estoy trabajando en una organización que tiene que ver
con la televisión, por eso decidí que los colores tenían que estar relacionados
con la televisión también. Así que había separado la pared en siete tiras
diferentes y pinté cada una de otro color como parece la televisión cuando no emite.
Estuve
pintando seis horas el sábado pasado y cuatro horas el domingo pasado. No llegó a ser perfecto, porque el suelo se manchó y tengo que limpiarlo, pero tienes
que tener en cuenta que nunca he pintado antes. La última vez era cuando era
niño en la guardería. Muchas gracias a mi novia, que me ayudó a lograr el
resultado que deseaba. Míralo y dime qué piensas.
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